David estaba en una esquina hablando con unos vampiros. Recordaban aquellas vacaciones en Las Vegas hace 15 años, cuando tenían 3 chicas cada noche.
- Woah. -exclamó uno, excitado en sus recuerdos.- Hay que repetirlo.
- Hagamos que sean cuatro chicas por noche, y estoy hecho. -Dijo otro, con una sonrisa placentera.
- Quiero una morena. -dijo el último, el más serio. Todos le miraron. - Quiero una stripper. -Todos estaban sonriendo.
- Yo quiero una rubia bisexual. -dijo David, integrándose en la conversación.- Para que nos acompañe su amiga.
Laurel entró al salón principal, y vio la excitación en algunos de los ojos que se giraron para contemplarla. Laurel les dedicó a todos una sonrisa insinuadora. Sabía que jugaba con fuego; los vampiros excitados eran bastante peligrosos. Pero a Laurel no le importaba, y esta noche se llevaría a un afortunado vampiro a la cama.
La mayoría de vampiros en el salón la reconocieron, y le sonrieron con respeto. Solo los vampiros novatos no habían oído hablar de ella, eso se arreglaría pronto.
- Laurel! -la llamó una voz masculina. La aludida se giró para ver a un chico con quién había dormido en Hawaii cerca de cinco años atrás, se abría paso entre toda la gente, con una sonrisa que le dejó a Laurel saber que le había proporcionado el mejor sexo de su vida. Laurel le esperó.
- Hola! -saludó él.- Estás hermosa.
- Hola. -respondió ella, mientras él tomaba su mano y la besaba.
- Perdimos el contacto. Me hubiera gustado saber de ti en estos últimos años. ¿Qué has hecho?
- No mucho, -dijo ella. La pérdida de contacto había sido intencional, pero a pesar de eso consideró la idea de acostarse con Jacques esa noche.- he viajado mucho, pero no he hecho gran cosa. ¿tú?
- Pues... Mi esposa murió. Fue asesinada por unos vampiros, no fue gran cosa. -dijo él, restándole importancia.- Así que he estado criando a mi hija, que cumplió quince años hace poco.
- Ya veo. -sonrió ella. Le importaba muy poco.
- Tal vez puedas darme tu teléfono, y así podré localizarte e invitarte a cenar prontamente.
- Oh, sí. -le dio el número.- Me muero por conocer tu cama. -si Jacques hubiera estado vivo, se habría sonrojado. Sonrió, no ocultaría sus intenciones. Laurel lo sabía.
- Tal vez podamos vernos al terminar el festín. -Le dijo.
- Sí, a lo mejor. - Fue entonces cuando Laurel vio a David, quién la miraba desde una esquina.- Debo irme, llámame.
Sin decir más Laurel se alejó. Se acercó a uno de los meseros, que tenían copas de lo que ellos pensaban que era vino. Laurel tomó una, y reparó en lo joven que era. "Pobre, no pasará de ésta noche."
- Buenas noches, Princesa.
- Hola, David. -dijo ella mientras le daba un sorbo a su copa.- Tu presencia me sorprende.
- Tu presencia me excita. -comentó él.- Sé que debería estar en Madrid, pero sabía que te encontraría acá, y no quería perder la oportunidad de verte.
- Oh. -dijo ella, mirando los ojos color miel de David.- Pues....-David le plantó un beso. Laurel se apartó lentamente, no quería que la besara, pero amaba sus besos. David lo sabía.
Le dio otro sorbo a su copa y se alejó de él, sin pronunciar palabra. David no la siguió. Laurel se acercó y se unió a la conversación sobre como los vampiros se habían infiltrado en todas partes del mundo humanos, pasando desapercibidos. Desde la mesa de en frente, había un chico sentado frente a otro vampiro. El chico tenía cabellos marrones y ojos grises, sin vida. Laurel nunca lo había visto antes. El chico la miraba, y le sostuvo la mirada. No sabía quién era Laurel. De saberlo, hubiera desviado su mirada. Laurel, por su parte, encontró sumamente atractivo a aquél chico.
David llegó entonces. Dedicó una de sus miradas, y se unió al grupo. Laurel, volvió a mirar al chico, que aún miraba sintiéndole. Laurel le devolvió la sonrisa, y decidió ir a su encuentro.
- Yo ya me iba. -Dijo el otro vampiro cuando Laurel se acerco, porque no habían más sillas. Se paró de la mesa y sin decirle nada a su acompañante se alejó. El chico a penas pareció notarlo. La miraba.
A continuación, el chico miró el puesto a su lado, como invitándola a sentar. Laurel lo miró, no había silla. Pero antes de que Laurel hiciera algo, una silla apareció. De la nada.
- ¿Tu poder es aparecer cosas? -preguntó sentándose.
- ¿Cuál es el tuyo? -fue su respuesta. Laurel le miró.
- Puedo convertir lo que toco, en lo que quiero. -dijo puntualmente.
- Algo como el mío, pero menos avanzado. - Laurel se sintió ofendida, y atraída.- Soy Quid.
- Me dicen Laurel. ¿Eres nuevo?
- Pues, sí.
- ¿Andas solo?
- También.
- Mmm. ¿Quién te transformo?
- ¿Conoces al que estaba ahí sentado con anterioridad? -respondió él aburrido.
- Creo haberlo visto...-trató de hacer memoria.- Bueno..y..¿Qu..?
- Ya basta de preguntas. -interrumpió él con tono autoritario. Ella calló.- ¿Quién eres?
- Ya te dije...Soy Laurel.
- No fue tu nombre lo que pregunté. -dijo muy serio, Laurel sonrió. Le gustaba esa actitud.
- Pues, fue lo que te respondí. -dijo ella encogiendose de hombros. Él enarcó una ceja.
- ¿De dónde vienes?
- Hotel. -la fulminó con la mirada.
- Soy de Rouen, Francia. -dijo ella finalmente.- No tengo hogar fijo, me dedico a viajar viendo lo que el mundo tiene para mi.
- Eso está bien. -dijo. Laurel lo miró indicándole que su información era para que él también dijera algo.- Yo vengo de Londres, vivo allá. Con...él. -parecía no querer decirle el nombre del vampiro que lo transformo. Laurel le sonrió coquetamente, a él pareció gustarle.
- Creo que iré por una copa. -dijo él medio dudoso- ¿Quieres?
Laurel lo miró enarcando una ceja. Él no entendió su mensaje, pero sostuvo la mirada. Al darse cuenta que no entendió, Laurel miró la mesa fijamente, tocó un pañuelo y se imaginó dos copas de sangre. Inmediatamente aparecieron y el pañuelo desapareció. Él sonrió, ella tomó una.
- Tal vez me guste tu estilo. -comentó él cuando ella había dejado la copa sobre la mesa.
- Y tal vez yo quiero saber más de ti. -dijo ella.
- Tal vez yo no quiero que sepas.
Laurel suspiró. No solía ser tan difícil sacarle información personal a alguien para ella. El chico se concentró mirándola, ella por su parte quería ver si había alguien a quien conocía. Su oído se agudizó.
Un cuervo enorme y negro a esas horas de la noche era muy poco común. A menos que... Laurel abrió los ojos como platos, y miró a su alrededor. Todo parecía estar tranquilo, pero ella sabía que algo pasaría. El cuervo se lo indicó. Rápidamente tomo a Quid de la mano, mientras alguna gente se acumulaba a un lado de la terraza. Empezaron los murmullos. Una copa cayó al suelo.
- Vamos, corre. -le susurró Laurel a Quid, y ambos hecharon a correr en dirección contraria al ruido.
Al llegar al borde, Laurel se subió al baranda, y Quid no dudó en hacer lo mismo. Se tomaron de las manos y Laurel saltó, haciéndolo caer también a él. El edificio era alto, y mientras caían Laurel se giró y vio como un hombre vestido todo de negro también saltaba. Los estaba siguiendo. Al girarse nuevamente, vio que abajo en la oscuridad había tres carros.
- Piensa en algo! -le dijo a Quid mientras le apretaba la mano. Él parecía no saber qué hacer.- ¡Piensa en Londres! -le dijo ella desesperada.
Esperaba mucho esta entrada, Quería saber que pasaba!!
ResponderEliminarY me Encanta! Pero ahora quede con mas intriga :S
Postea pronto! ;)
PD: Cuando puedas pasate por mi blog http://because-of-you-mm.blogspot.com/